Una galería de cuadros en una exposición (1/4)

>> domingo, 6 de septiembre de 2009


La versión original

Don Fernando sabe cómo provocarme, sabe incitarme con temas interesantes y con grabaciones muy especiales, en las cuales cualquier melómano se siente animado a analizar y comentar. En este caso, la perla de intercambio es una monumental rendición de Vladimir Ashkenazy de los Cuadros en una exposición, la obra maestra de Modest Petrovitch Mussorgsky originalmente escrita para piano y adaptada en varias oportunidades por muchos maestros para gran orquesta. En este caso, Don Fernando se ha propuesto compatirnos un interesante trabajo realizado por el pianista y director Ashkenazy en esos menesteres y este amigo de ustedes hará lo propio compartiendo en cuatro entregas, mi pasión por esta obra y por lo que la rodea, con algunas otras piezas de mi colección propia.
El artículo será publicado en cuatro entregas, en la primera comentaré los orígenes de la obra, compartiendo la versión original en piano. En la segunda, abordaré al compositor y compartiremos la versión orquestada por Maurice Ravel (por lejos, la más conocida, interpretada y grabada de todas), en la tercera, exploraremos las transcripciones de Leopold Stokowski y el propio Ashkenazy y finalmente, en la última, otras versiones de interés.

Primer acto: los orígenes de los cuadros
En mi caso personal, mi primer contacto con los Cuadros en una exposición de Mussorgsky fue de la mano de la transcripción orquestal realizó el maestro Leopold Stokowski. Corría el principio de los años setenta, y me abuelo me regalo una colección completa de grabaciones de Stokowski de la serie London Phase 4, un vinilo revolucionario para su época, dado que su formato era realizado para ser reproducido en aparatos de sonido cuadrafónico, una suerte de avant-garde del sonido stereo, con gran vividez y calidad, lo cual se convirtió en la tortura de mis vecinos….
En su época estos vinilos eran codiciados y formaban parte de la crema de mi colección de adolescente, y con mi querido vinilo London de la mano de Stoki (asi lo llamaba a Stokowski) aprendí a amar a Mussorgsky y sus Cuadros. Durante muchos años creí que esa era «la transcripción», hasta que cayó en mis manos la célebre lectura de Karajan con los berlineses para DGG y la de Solti con la Sinfónica de Chicago para Decca, ambas realizadas sobre la base de la orquestación de Ravel.
Así aprendí a amar esta obra, y sacudir los cimientos de mi casa con su apoteósico finale… Pero vamos un poco atrás en la historia…¿De dónde surgió esta obra?
Creo que para hacer justicia, antes de dedicar muchas teclas a Mussorgsky, esta crónica debe empezar por el verdadero principio, así que es indispensable no omitir lo que le paso al Zar Alexander II la tarde del 4 de abril de 1866, cuando escapo milagrosamente a un intento de asesinato. A partir de este hecho, se origino una iniciativa en la Corte Real Rusa para inmortalizar lo que los funcionarios de la corte denominaron «el milagroso evento» de dicha fecha, y para la cual promovieron un concurso para diseñar un monumento conmemorativo en Kiev para conmemorar dicha efemérides.
Luego de presentadas muchas propuestas, la más celebrada fue la presentada por un arquitecto, escultor y pintor originario de San Petersburgo, Víktor Aleksándrovich Hartmann (nacido el 5 de mayo de 1834 y muerto prematuramente el 4 de agosto de 1873 en Kireyevo en las afueras de Moscú)
Dicen las crónicas de la época, que aunque complacido con la fastuosidad del diseño de Hartmann, el Zar no se entusiasmo con la idea de inmortalizar el hecho de su intento de asesinato, lo cual derivo en la cancelación del proyecto y la consiguiente desilusión de Hartmann, quien en vida fue uno de esos talentos à la Bizet, en cuya vida el éxito y el reconocimiento no fue la constante.
Hartmann quedó huérfano en su niñez y creció en San Petersburgo en la casa de su tío, quien era un conocido arquitecto. Estudió en la Academia Imperial de las Artes en San Petersburgo y comenzó a trabajar ilustrando libros y como arquitecto. En esta especialidad su mayor logro concreto fue desarrollar junto con Iván Ropet el concepto arquitectónico visual ruso (su obra más relevante fue el monumento al milenio de la creación de Rusia en Nóvgorod, que fue inaugurado en 1862). La escuela y técnica de Hartmann y Ropet se basaba en la inclusión o desarrollo de sus diseños a partir de elaboraciones imaginarias a partir de elementos orientales, pero su impacto visual fue tan grande, que dio lugar a todo un estilo arquitectónico que hoy consideramos como genuinamente ruso, como consideramos a la Torre Eiffel como francesa.
El más grande testimonio de esta nueva línea artística, con todo el dolor de Hartmann, la expreso en su pintura arquitectónica que en sus desarrollos arquitectónicos, y de ello, lo más espectacular fue su propuesta para la gran Puerta de Kiev…
Al poco tiempo de la inesperada y temprana muerte de Hartmann por un aneurisma a la edad de 39 años, recién se valoro el talento de Hartmann y varios intelectuales de la época promovieron un homenaje con una exhibición de más de 400 de sus pinturas en la Academia Imperial de las Artes en San Petersburgo entre febrero y marzo de 1874. Fueron precisamente los sentimientos que tuvo Mussorgsky al recorrer la citada exposición lo que provocó la composición de su Suite Cuadros de una exposición…Lo trágico e irónico de la historia es que las melodías en la suite, como Promenade o Bydlo, o la misma rendición musical de la Puerta de Kiev (que nunca se construyó) son famosas hoy en el mundo entero, sin embargo, la desidia y el descuido de los curadores de la exposición hizo que casi todos los cuadros originales se hayan perdido y el único testimonio de su existencia se consiga a través de la música de Mussorgsky.
Luego de este breve resumen de la génesis de la obra, los invito a escuchar la primera parte del poderoso disco que me compartió Don Fernando, los Cuadros en una exposición, en su versión original para piano en una excepcional interpretación de Vladimir Ashkenazy.

3 comentarios:

Mahlerite-Shosta 6 de septiembre de 2009, 1:02  

Ashkenazy es un pianista increible y un director más que capacitado, muy por encima en este último terreno que lo alcanzado por Pletnev.

Considero que la orquestación hecha por Ravel a los "Cuadros" es tan formidable y maravillosa, que los demás intentos palidecen en comparación.

Existe otra orquestación interesante, inclusive más que las
de Ashkenazy y Stokowski, y es la
de Gortschakoff. El director Kurt Masur es ferviente defensor de esta versión.

Finalmente poseo un arreglo en
forma de concierto para piano
y orquesta, más que interesante,
eventualmente lo pondré a la orden si hay interés.

Saludos,.

mara 6 de septiembre de 2009, 13:06  

Don Ernesto nos ha dado una Lección, entendiendo por Lección la posibilidad de diálogo con quienes lo escuchamos (leemos).
Coincido con Mahlerite en su apreciación de Ashkenazy como pianista y me anoto para la versión "más que interesante" que promete.
A (don)Fernando gracias por compartir este disco.
mara

PD: No saben el esfuerzo que estoy haciendo para comportarme "como corresponde".
Tengo miedo que (don)Fernando me prohiba la entrada al blog.

Elgatosierra 7 de septiembre de 2009, 22:28  

Enhorabuena Ernesto. Ya estoy esperando, con esperanza, las tres entregas que faltan, a ver con qué nos sorprendes.
Carlos, Dra. Mara, amigas y amigos, supongo que no hace falta decir que, precisamente, la portada de ese disco lo que reproduce es el diseño de Hartmann para la gran puerta de Kiev, y que él mismo consideraba que era su mejor trabajo.
Ernesto, yo crecí con las versiones originales de piano de otro Vladimir, un tal Horowitz, la primera en estudio de 1947, y la segunda de un recital en Carnegie Hall de 1951. Treinta años después sigo sin decidirme por cuál me gusta más.
Luego vendrían Koussevitzky con la Sinfónica de Boston, Szell con la Orquesta de Cleveland, y Reiner y Giulini con la Sinfónica de Chicago.
La orquestación de Ravel sigue siendo, con diferencia mi preferida.
Carlos, a ver cómo suena esa rareza.
Salud, paz y una sonrisa por favor.
Elgatosierra

Mozart: Sinfonía Nº 25 - I Mov. - Böhm

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