Schmitt + Roussell - Psalmos - Martinon + Baudo

>> domingo, 13 de septiembre de 2009



Psalmos de Schmitt y Roussel

Conocimos al compositor Florent Schmitt con dos artículos anteriores (1 y 2), que analizaban su obra maestra: La tragedia de Salomé. Cultor de lo que algunos dieron en considerar el equivalente musical del simbolismo (de pintores como Gustav Klimt pero muy especialmente Gustave Moreau), Schmitt es mencionado usualmente en compañía de otro compositor: Albert Roussel.
Juntos, Schmitt y Roussel, son autores de bellísimas obras, menos tocadas de los que se debería por las orquestas del mundo (excepto, quizá, las francesas). Basta escuchar algunas de ellas para descubrir el diamante sonoro que representan.
En esta ocasión se presentan dos obras que los hermanan también por su concepción: se trata de dos psalmos corales (inspirados en textos cristianos), uno de Roussel y otro de Schmitt, que delatan la maestría del uso del contrapunto, del color que sabían dar a sus instrumentaciones y de la potencia emotiva (oscura, muchas veces) de las partituras.
El Psalmo XLVII de Schmitt, para orquesta, coro, soprano solista y órgano, está fechado en 1904, poco después de que el compositor ganase el consagratorio Prix de Rome. En este disco de EMI está interpretado por Andréa Guiot (soprano), Gaston Litaize (órgano), y el coro y la Orquesta Nacional de la Radiotelevisión Francesa, bajo la batuta del insigne Jean Martinon.
El Psalmo LXXX de Roussel, para orquesta, coros y tenor solista, fue estrenado con gran éxito en 1928 (en un festival que lo honró por sus 60 años), en tiempos en que el compositor era equiparado con justificia con Debussy y Ravel. En este disco, el tenor John Mitchinson se hace cargo de la parte solista, una traducción francesa de la composición original en inglés que realizó Roussel, ya que originalmente se trató de una obra comisionada por un editor estadounidense. Se escuchan además las voces de la Coral Stéphane Caillat y la Orquesta de París, conducida por Serge Baudo.
Hay otras versiones de algunas de estas obras (del sello Hyperion, una de ellas, por ejemplo), pero sin dudas este disco es referencial.

3 comentarios:

Enrique Arias Valencia 15 de septiembre de 2009, 12:55  

Florent Schmitt, Psaume XLVII, Parte I

Fernando:

Sin que nos escuche el inoportuno 1:

Dios es el mayor personaje metafórico de la música, mayor que el cual ningún personaje mayor puede representarse.

Saludos

Fernando G. Toledo 15 de septiembre de 2009, 21:26  

ARIAS:
Tal cual. Por eso se puede disfrutar de La pasión según San Mateo de Bach, de La Creación de Haydn o del Cuarteto para el fin de los tiempos de Messiaen sin creer en el Dios que suponen, es decir, siendo ateo de ese dios (o de cualquier otro). Del mismo modo, podemos disfrutar de El señor de los anillos sin creer en los duendes o de La Odisea sin creer en cíclopes.

Enrique Arias Valencia 16 de septiembre de 2009, 9:02  

Así es Toledo:

Tú fuiste el Perseo que mató a una Gorgona en mi corazón.

Saludos

Mozart: Sinfonía Nº 25 - I Mov. - Böhm

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