Una galería de cuadros en una exposición (4/4)

>> sábado, 12 de diciembre de 2009



Cuarta parte: Epílogo

Así mis amigos y amigas, llegamos al final de la serie. Un final que francamente me costó construir porque en el camino las tres entregas previas despertaron discusiones entre los amigos y amigas que tuvieron a bien dedicar un minuto de su tiempo a este esfuerzo editorial.
Uno de los aportes más significativos me lo dio mi buen amigo Carlos Sala Ballester, director de orquesta y pedagogo musical venezolano, quien disfrutó de más una década de vivir y estudiar en Rusia, tuvo acceso a información, documentos y partituras que aportan mucha luz al tema. En particular me refirió la partitura original de Modest Mussorgsky, en la cual se puede apreciar mucho del genio y temperamento del maestro a lo largo de su creación. Adicionalmente, me refirió notas sobre el epistolario musical de Mussorgsky (la mayoría de las cuales están escritas con mucho refinamiento en idioma francés) y tarde en este proceso creativo, mi gran amigo y colaborador de este blog, don Fernando de León, nos compartió un registro en piano notable de los Cuadros así como de otras miniaturas pianísticas del maestro, que dan luz sobre otros aspectos de su arte, no comúnmente visibles para la generalidad.
Puedo extraer alguna conclusión global sobre todo ello, quizás sí… Mussorgsky es mucho más que el genio desordenado y el creador inconcluso que muchos pensábamos al inicio de estas líneas. Mussorgsky fue un personaje de gran cultura, educación y refinamiento, el cual desgraciadamente no tuvo o no contó las oportunidades necesarias para multiplicar su talento. Esto en particular desvirtúa el estereotipo de Stokowski de pretender hacer más rusa la orquestación de Ravel, partiendo del origen eslavo de la partitura y los cuadros que la inspiraron. Definitivamente, su condición humana le hizo especialmente vulnerable al no contar con una salud y orden personal que coadyuvasen a consolidar sus naturales habilidades creativas.
Los Cuadros pueden ser su opus más conocida y quizás la obra que refleja de forma más integral su gran sensibilidad artística y sus dotes naturales de trasladar a una partitura una realidad o un sentimiento. Pero hay otras obras que nos complementan esa imagen. Felizmente una combinación entre una solicitud entre Carlos Sala-Ballester y una generosa respuesta de Fernando de León, me permitieron conocer de primera mano esas «otras» dotes artísticas de Mussorgsky. En una edición japonesa, el notable pianista Valery Afanassiev hizo un notable registro de los Cuadros, pero adicionalmente agregó cinco obras de Mussorgsky que bien hubiesen sido «otros cuadros» que complementan positivamente la sensación artística que nos deja su obra. Cinco pequeños preludios para piano que a primera audición nos dejan una impresión de la más grácil sutileza de imágenes, muy francesa-impresionista en su dicción, al punto que pareciese que estuviésemos escuchando un joven Debussy o un lírico Fauré. Increíble. Estas obras dan pie al refinamiento y visión francesa que subyace en el arte de Mussorgsky, y sin cuyo reconocimiento no se puede contextualizar con propiedad esta obra y su interpretación.
El diagrama inicial de estas entregas, tenia en esta nota la intención de compartir otras acuarelas que han matizado esos Cuadros, sin embargo, creo que esta lectura de Afanassiev, de muchísima más intensidad que la compartida previamente en la primera entrega (Ashkenazy), redondea el contexto general para los lectores con un valor agregado para entender mejor esta obra.
Ya en la ruta de este epílogo, los Cuadros han sido una obra que ha sido objeto de muchas transcripciones. Cerrando esta entrega quisiera comentar algunos casos notables. El primer caso registrado de transcripción (aunque no completa, sólo con 7 de los 10 Cuadros) se debe a un alumno de Rimsky-Korsakov, Mikhail Tushmalov (1861–1896). Al paso de los años, el director de orquesta británico Henry Wood hizo su propio arreglo en 1915, el cual él mismo retiro cuando se publicó la orquestación de Ravel (dos registros fonográficos fueron realizados, uno por el propio Wood en 1920 y otro unos años después por la London Philharmonic bajo la batuta de Nicholas Braithwaite). En esta transcripción se incluyeron todos los Cuadros, pero se omitieron las Promenades.
La primera transcripción completa de todos los Cuadros y sus Promenades intermedios en la secuencia que todos conocemos se debe al violinista y conductor Leo Funtek, quien preparó su versión en 1922 para ser estrenada por la Orquesta Nacional de Finlandia.
A partir del impacto que tuvo la orquestación de Ravel, preparada en 1922 como un encargo de Serge Koussevitzky, y la gran difusión que se apropió este director por muchos años, hizo que muchos desearan tener sus propios arreglos, para superar el exclusivismo de Koussevitzky. Un alumno de Ravel, Leonidas Leonardi, hizo una bombástica transcripción para sí mismo, con un incremento del 30% en las fuerzas orquestales y la adición de un órgano. El arreglista residente de la Orquesta de Philadelphia, Lucien Cailliet, preparó su propia versión para la primera temporada de Eugene Ormandy en Philadelphia, luego de la renuncia de Leopold Stokowski.
También es notable que muchos conductores, insatisfechos con el enfoque raveliano de la orquestación, han hecho «ajustes» a la partitura. Entre ellos destacan los retoques que hicieron en su época figuras de la talla de Arturo Toscanini, Nicolai Golovanov, Djong Victorin Yu y Vladimir Ashkenazy.
Este ultimo, insatisfecho con los «ajustes», prefirió incluso preparar su propia versión y presentarla en CD junto con su propia interpretación de los Cuadros en Piano, subrayando en su presentación que la versión que él interpretó y posteriormente arregló estaba libre «de la perpetración de errores tipográficos que se han reproducido por costumbre y pereza por los editores». Y fue precisamente con este arreglo, que don Fernando G. Toledo me incitó a tirar el sombrero al ruedo y preparar esta saga de entregas editoriales. Adicionalmente, como una referencia, nuestro amigo y colaborador de este blog Carlos Quintero conoce y posee una versión en formato concertante para piano y orquesta (de la cual yo no tengo datos).
Luego de los arreglos para gran orquesta, también hay que destacar que también se han realizado adaptaciones para ensambles instrumentales. Acá merecen especial mención dos casos: el arreglo que hizo el compositor taiwanés Chao Ching-Wen, para orquesta de cámara, así como el interesante arreglo que hizo Elgar Howarth para ensamble de bronces, el cual fue grabado en los ’70 por el Philip Jones Brass Ensemble.
En el terreno de lo curioso e innovador, el maestro japonés Kazuhito Yamashita hizo un ramillete de adaptaciones para guitarra de grandes obras sinfónicas (que incluye la Novena de Dvorák, las Cuatro estaciones de Vivaldi y el Pájaro de fuego de Stravinsky, por mencionar algunas), no podía dejar pasar realizar una adaptación del original en piano para solo de guitarra. Otro insigne artista moderno japonés, Isao Tomita, hizo una adaptación de la orquestación de Ravel para sintetizadores electrónicos.
Ya en el terreno de lo profano, aunque con mucha imaginación, el trío inglés Emerson, Lake & Palmer hizo su propia «versión» fusionando elementos de rock y música popular, con mucha maestría, principalmente en el tratamiento de los sintetizadores. La banda alemana Mekong Delta, atropelló los Cuadros en una versión completa en rock pesado y metálico, en la que el Promenade es un oscuro conjuro al más puro estilo de Black Sabbath.
Finalmente, no puedo dejar de mencionar que, al menos en las tiendas de celulares, hay una docena de tonos asociados a los Cuadros… je je je: para todos los gustos.
Así que amigos y amigas, de todo este calidoscopio de «arreglos» y «desarreglos», con don Fernando les hemos preparado una petit suite para que la disfruten, pero antes… infaltable, visitemos la lectura de Afanassiev del original para piano,

para luego disfrutar de:


1. La versión de Ashkenazy para orquesta, interpretada por él mismo con la Philharmonia Orchestra
2. La adaptación para ensamble de bronces que hizo Elgar Howarth, la cual es interpretada por el Philip Jones Brass Ensemble
3. La «guitarrización» de los Cuadros por Yamashita
4. La versión electrónica de Isao Tomita y
5. La «versión» rock de Emerson Lake & Palmer.

Al final de la historia, mientras termino esta nota, suena mi celular. Je je je, por supuesto que con Baba Yaga.
Salud y gracias por su paciencia infinita.










5 comentarios:

ipromesisposi 12 de diciembre de 2009, 7:50  

Estupendo colofón a la serie de artículos sobre el amigo Mussorgsky.

Un sujeto sin importancia 12 de diciembre de 2009, 7:51  

Interesante propuesta...

9 versiones en total de los cuadros...

interesante escucharlo de forma tan variada, pero una pregunta...
no tienen o no saben donde encontrar alguna grabación de la versión de Rimski Korskoff? siempre he querido escuchar esa versión, la verdad...

se agradece que compartan el conocimiento melómano entre nosotros :D

si la fuerza me acompania, tal vez algún día me encuentre dentro de sus archivos :D...

saludos
atte
iop

Elgatosierra 20 de diciembre de 2009, 2:55  

Impresionante post, como todos los de la serie. Una serie sin ningún desperdicio.
De ahora en adelante, para los que hemos pasado por aquí los Cuadros de Musso no volverán a ser jamas los mismos que antes. Sin lugar a dudas, para mí, esto marca un antes y un después.
Ahora bien, conociendo al bueno de Ernesto creo que esto no termina aquí. Y yo seré uno de los encargados de que así sea. Si no, tiempo al tiempo.
Fernando G. Toledo, con el debido respeto, esta serie se merece un lugar especial en tu magnífico blog. Esto solo es una modesta sugerencia-petición. Nadie mejor que tú sabe como hacer esto.
La variedad y calidad de versiones que aquí se nos ha ofrecido sobre esta mandala pianística-orquestal es impresionante. Yo personalmente me quedo con Afanassiev (¡qué músico!) al piano y Prêtre (¡sólo quedan doce días para el Concierto de Año Nuevo de Viena y allí le volveremos a encontrar!) en la orquesta.
Ipromesisposi, se te saluda muy cordialmente.
Oxio-iop, ya estamos esperando su colaboración. Y también se te saluda muy cordialmente.
Salud, paz y unas sonrisas paras Modesto, Ernesto y Fernando.
Elgatosierra

Fernando G. Toledo 20 de diciembre de 2009, 18:38  

Gato: ya estás leyendo mi futuro, eso es obvio, ja ja. Y es que me falta diseñar el logo, pero estaba planeado darle un lugar fijo a esta serie en la barra lateral.

nemo nihil 11 de agosto de 2010, 16:17  

Excelente aporte Ernesto y muy didáctico: Hasta ahora sólo había escuchado (muy a pesar mío) un par de vagas interpretaciones sinfónicas de la versión orquestada de Ravel y luego dos para piano; de las cuales he disfrutado repetidamente la de su coterraneo Horowitz en una grabación en vivo, de la cual no he encontrado parangón con ninguna otra. Por su-puesto tengo la versión para guitarra del gran Yamashita (trascendental)ahora elegiré algunas de tus sugerencias para engrandecer mi pequeño acervo con respecto de ésta obra sublime, que (a mi ingenuo juicio) lleva al límite las enormes posibilidades del piano (y en no pocas ocasiones las supera) aunque muchos han dicho que Mussorgsky no era un gran pianista y no hablo en compración de pianistas de la "estatura" de Rachmaninov en los sentidos literal y metafórico de esa palabra. Llegué a este blog por una hermosa cadena de coincidencias, primero pesquisando alguna versión de los Caprichos de Paganini, en el blog (del que luego me enteré, fallecido) Cuervo López. Luego oyendo Radio Sefarad en una entrevista sobre Malher que le hicieran a Fernando Toledo, en que habla de este blog y su amistad (no sé si virtual) con el referido Cuervo. EN fin estoy eternamente impresionado con esta suite para piano de Mussorgsky. Un enorme saludo... Ameht Rivera.

Mozart: Sinfonía Nº 25 - I Mov. - Böhm

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