Mahler: discografía esencial. Rückert Lieder

>> viernes, 10 de diciembre de 2010



Mahler: discografía esencial.
Canciones de Rückert

Retomando la temática del lied en el mundo musical de Gustav Mahler, por amistoso encargo de Fernando, llegamos esta vez a las canciones basadas en textos del poeta alemán Friedrich Rückert (1788-1866). Rückert fue notable en las letras alemanas por el impacto que la literatura oriental tuvo en él, y a través suyo en la literatura de su país. El amanecer del poeta coincidió con el feroz embate del ejército napoleónico contra el mundo germano. Más tarde llegaría el «descubrimiento» de la poesía oriental, la cual traduciría ampliamente (¡Corán incluido!) y cuyas formas adaptaría innovadoramente a la lengua alemana. A la vasta producción artística de Rückert podemos identificarla con el romanticismo Biedermeier. Este poeta lleno de imaginación y gracia expresiva fue uno de los autores más frecuentados por los músicos de su patria a la hora de las adaptaciones, sólo superado por Goethe, Heine y Rilke.
Mahler, lector de buen olfato en sus gustos, comenzó a escribir música sobre textos de Rückert hacia 1901, cuando terminaba los últimos lieder basados en el Wunderhorn. Durante gran parte de esta década la lírica de Rückert informará la producción mahleriana, feliz «sociedad» de la cual brotarían algunas de las mejores canciones escritas nunca por el compositor. Además, la «etapa Rückert» coincidirá con episodios trascendentales de su vida: el fulminante noviazgo con Alma Schindler y la muerte por escarlatina de su pequeña hija María. Amor y muerte, indisociables en Mahler…
En el verano de 1901 Mahler se halla en Maiernigg, junto al lago Wörther, el mismo idílico sitio visitado antaño por Brahms y en donde gestaría su concierto para violín. Esta vez, el «compositor veraniego» (como el propio Mahler se calificaba jocosamente) compuso cuatro canciones sobre textos de Rückert, a la que se añadiría una al verano siguiente.

Blicke mir nicht in die Lieder! − «¡No mires a mis canciones!» (14 de junio de 1901)
Ich atmet’ einen linden Duft − «Respiré una gentil fragancia» (julio de 1901)
Ich bin der Welt abhanden gekommen − «Me he perdido para el mundo» (16 de agosto de 1901)
Um Mitternacht − «A medianoche» (verano de 1901)
Liebst du um Schönheit − «Si me amas por la belleza» (agosto de 1902)

Estas cinco canciones, sumadas a Revelge y Der Tamboursg’sell, fueron publicadas bajo el título común de Sieben Lieder aus letzter Zeit (Siete canciones para los días postreros) en 1905. Luego serían reacomodadas, quedando las 5 Canciones de Rückert como una entidad separada.
Estas cinco canciones no forman una unidad temática, como sí lo harán los Kindertotenlieder, y no poseen la carga emocional de estos últimos, pero sí evidencian cambios en los modos de orquestación, refinando la paleta tímbrica. Recordemos que es la misma época de la Quinta sinfonía, obra que supone un punto de quiebre en el concepto sinfónico de Mahler, apuntando hacia un ámbito más abstracto. Por ejemplo, en A medianoche el compositor llega a prescindir de las cuerdas para instrumentar la pieza en base a maderas, metales, arpa y timbales, acentuando la sensación de oscuridad nocturna.

Pieza a pieza
Hagamos aquí breve mención de cada pieza:
No mires a mis canciones y Respiré una gentil fragancia, en Fa y Re mayor, exhiben gran delicadeza y transparencia, adelantando los que serán más tarde movimientos centrales de La canción de la tierra.
A medianoche, aparte del comentado efecto tímbrico, remite a uno de los prototipos románticos: la noche. Desde ahí se eleva la canción, teñida de resignación y ánimo trascendente. Sin embargo, otra vez Mahler se nos descubre un creador paradójico: la soledad nocturna, desde la cual se lamenta el poeta, es caracterizada instrumentalmente por el oboe de amor.
Me he alejado del mundo o Me he perdido para el mundo, en Fa mayor, es quizá la canción más popular de Mahler; por lo demás, su título llega a ser profético si se trata de resumir la poca valoración artística recibida en vida por el compositor, versus el enorme impacto que obtendrá décadas más tarde. Sin embargo, este «perdido para el mundo» no implica amargura en el ánimo del protagonista de la canción, quien celebra esta lejanía por abrirle las puertas de la paz. Algo que el compositor encontraba en esos retiros de verano, en los cuales engendraba su obra.
Pero la canción con más historia es Si me amas por la belleza, cuyo origen lo relata la destinataria, Alma Mahler:

«(En 1902) yo solía tocar al piano muchas partituras de Wagner, y eso le dio a Mahler la idea de brindarme una encantadora sorpresa. Había compuesto para mí la única canción de amor que escribiera en su vida —Liebst du um Schönheit— y la introdujo entre la portada y la primera página de Die Walküre. Así esperó días tras día que yo abriera la partitura, pero a mí no se me antojaba interpretar dicha obra; finalmente se agotó su paciencia. “Creo que hoy voy a echar una ojeada a La Valkiria”, dijo abruptamente. Abrió el volumen y la canción cayó al suelo. Yo me quedé estupefacta de alegría y creo que aquel mismo día la tocamos por lo menos veinte veces».

Las versiones elegidas
Les invito a escuchar estas cinco canciones de Mahler en cinco versiones que me resultan especialmente queridas:


La marca de fuego de dos intérpretes
Kathleen Ferrier y Bruno Walter con la Filarmónica de Viena: Tres de las cinco canciones «Rückert» están presentes en este registro de tres intérpretes fundamentales en la historia de la música mahleriana: Bruno Walter, Kathleen Ferrier y la Wiener Philharmoniker. Es más que sólo música bien interpretada: es belleza atrapada en sonido antiguo, a través de la voz nunca más igualada de la Ferrier y su inspiradísima labor como intérprete. Bruno Walter vuelve a preferir la voz baja femenina para estas canciones (también él introdujo la voz de contralto como preferencia en La Canción de la Tierra, en lugar del barítono previsto originalmente). Sobra reiterar el magisterio de Walter en las composiciones de su amigo y mentor Mahler, dirigiendo a una orquesta cuya historia quedó marcada a fuego por el propio compositor en los diez años que estuvo al frente de ella (una duración que nadie más ha podido igualar hasta el día de hoy).


Intérprete supremo
Dietrich Fischer-Dieskau y Karl Böhm con la Filarmónica de Berlín: Este trío de intérpretes está vinculado por sus comunes raíces teutonas, pero estilísticamente aportan diferentes elementos. Böhm fue un director poco previsible (podía elevarse a lo genial como limitarse a lo apenas correcto), famoso en su asociación con la Filarmónica de Viena pero también muy eficaz al comando de la más robusta orquesta berlinesa. Fischer-Dieskau, por su parte, ha sido un intérprete supremo de la canción alemana y firmante de varias referencias mahlerianas, como las que ya hemos compartido con ustedes en las entregas previas de esta serie. Así pues, aquí Böhm nos regala su intachable cuidado tímbrico y expresivo, mientras la Berliner Philharmoniker atraviesa una de sus mejores épocas y Fischer-Dieskau exhibe una voz todavía llena de poder, persuasión y color. Una referencia que les recomiendo.



Mahlerianos consumados
Christa Ludwig y Otto Klemperer con la Orquesta Filarmonía: Profundos, convencidos, habituados culturalmente a este repertorio, la gran contralto y el gran director germanos fueron también, como los anteriores intérpretes, mahlerianos consumados. Su asociación, que rozaría la perfección en La Canción de la Tierra, ya evidencia aquí (con la Philharmonia Orchestra) gran hondura de comprensión en el equilibrio de idioma y música.



Compañeros ideales
Janet Baker y John Barbirolli con la Orquesta Hallé: Ambos artistas británicos siempre se lucieron como grandes mahlerianos. Abordan con la Manchester Hallé Orchestra este repertorio con la superior agudeza que permite el afecto. Aunque Barbirolli solía preferir tempi no muy rápidos, nunca perdía su nervio y énfasis. Baker con su timbre de extraordinaria belleza y altísima habilidad como intérprete, encuentra en el director el compañero ideal.


Terciopelo intenso
Thomas Hampson y Leonard Bernstein, con la Filarmónica de Viena: Estos tres intérpretes abordan aquí las cinco canciones. No extrañen la aparición del barítono Hampson, pues tal registro masculino se amolda con comodidad a las exigencias de estas canciones, lo mismo que la voz de contralto. Lenny fue uno de los grandes campeones de la música mahleriana durante todo el siglo XX (recordemos la anécdota de haber programado el Adagietto de la Quinta Sinfonía como música luctuosa en el funeral de Robert Kennedy). Por ende, fue uno de los intérpretes de primera línea que más tiempo se mantuvo en contacto con este repertorio, ahondando en él y legándonos distintos enfoques. Por lo demás, es bien conocida la privilegiada relación que mantuvo con la Filarmónica de Viena. Todo esto sumado al timbre aterciopelado e intenso de Hampson nos entrega un ramillete de grandes interpretaciones para los cinco Rückert-Lieder.

11 comentarios:

Barullo 10 de diciembre de 2010, 16:08  

Ferrier y Ludwig no están enlazados con Mediafire... ¿puede ser?

Fernando G. Toledo 11 de diciembre de 2010, 10:37  

¡¡Sí, así es!! Tuve problemas con esa versión: no sólo perdí los enlaces que había hecho (creí que había hecho: eso pasa por poner el piloto automático), sino que no encuentro aún los archivos... Espero para mañana tener todo solucionado.
Pero me extrañaba que nadie lo hubiera hecho notar aún, y en realidad esto confirma que últimamente los comentadores no comentan en este blog. Quizá ya están aburridos.

Barullo 11 de diciembre de 2010, 15:10  

Yo soy bastante hincha pelotas con el tema de los bugs, pero no comento otras cosas.

Supongo que para los que hacen el blog, los comentarios son como el aplauso para el artista. Si sirve de algún consuelo, sigo todos los posts y me bajo y escucho todo, a pesar de no hacer comentarios. Y la verdad que uno no sé qué comentario más puede hacer, ante el tremendo nivel de los artículos y de los articulistas.

claudio 12 de diciembre de 2010, 14:56  

Tiene razon Barullo, reconozco que soy un ingrato.
Agradezco qur blog exista, y lo sigo permamentemente.
Disculpa la presencia demasiado anonima.
Pero muchas gracias

Fernando G. Toledo 13 de diciembre de 2010, 5:32  

Estimados: no los estaba regañando, por favor. Sólo que honestamente lamenté que no abundasen comentarios para los artículos sobre el fallecimiento de nuestro comentador Walter Ravanelli. Y ninguno para la serie de conciertos de Bartók de Nosthas.
Pero ustedes me regalan sus visitas, así que no hay problemas.

Barullo 13 de diciembre de 2010, 12:14  

¡Por favor, Fernando! Mirá si lo voy a tomar como un regaño. Al contrario.

Sólo quería darte algún consuelo en el tema de que es cierto de que uno hace ciertas cosas con pasión por lo que le gusta y por supuesto que sería lindo tener más feedback. Era dejar constancia de que hay alguien del otro lado que aprecia y valora el esfuerzo de todo el equipo, aunque no comente.

Fernando G. Toledo 13 de diciembre de 2010, 13:43  

OK, Barullo, gracias.
A propósito, ya está habilitado el link a la versión de Ludwig-Klemperer.

Barullo 13 de diciembre de 2010, 19:17  

¡Ah, no! ¡Exijo mi Ferrier-Walter!

Fernando G. Toledo 15 de diciembre de 2010, 15:00  

BARULLO:
Esto va de a poco y con suspenso... Ahora... sí.

Kenneth 5 de enero de 2011, 19:02  

Estimado Fernando:

Hay algo que te quiero decir (o escribir, siempre tengo problemas con esto).

Me considero un melómano, quiero que sepás que tengo 21 años (un mahleriano recién nacido), soy de Nicaragua, donde no existe alguna Radio donde satisfacer mis necesidades musicales, que lo más cercano que tengo es tu blog (y uno o dos más, no creo que te moleste) y que desde hace poco más de un año has sido vos quien has educado mi oído.

La falta de comentarios de mi parte se debe al respeto gigantesco que tengo para vos y los comentaristas de este blog. Me limitaría en estás pocas lineas a no solo agradecer esta publicación, si no a agradecer todas las publicaciones, y en última instancia la existencia de el blog en general (enlaces de descarga, comentarios, etc.)

Agradeciéndote por compartir la música que compartís, y que por desgracia disfruto solo en mi habitación.
Gracias Fernando por educarme el tímpano.

Fernando G. Toledo 4 de febrero de 2011, 10:32  

Hola, Kenneth: muchas gracias por tu mensaje. Es uno de los más bonitos que me han escrito en todo este tiempo de blogs y música compartida.
Un abrazo.

Mozart: Sinfonía Nº 25 - I Mov. - Böhm

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