Mahler: discografía esencial. Sinfonía Nº 3 (1/3)

>> viernes, 1 de octubre de 2010


Mahler: discografía esencial. Sinfonía Nº 3
Primera
parte
(Ver Parte 2 y Parte 3)


«El término sinfonía significa para mí lo siguiente: con todos los medios técnicos a mi disposición, construir un mundo».
Gustav Mahler, verano de 1895

Los antecedentes: un punto de partida

En 1894 encontramos a Gustav Mahler muy bien posicionado en el escenario musical de la época. Acababa de concluir su Sinfonía Nº 2 en 1894 (ver entrega anterior en Oído Fino) y la estrenó, poco después, el 13 de diciembre de 1895 en Berlín; al año siguiente, en 1896, dirigiría, también en Berlín, sus Lieder eines fahrenden Gesellen (ver entrega anterior en Oído Fino).
Hacia principios de marzo de 1897, tras producirse la vacante de Wilhem Jahn como Kapellmeister (Maestro De Capilla [Director General]) de la Ópera de Viena, Mahler le sustituyó, y entre 1898 y 1901 fue, también, el director de la Filarmónica de Viena.
En 1898 terminaría la versión definitiva de Das Klagende Lied, y en 1899 comenzaría la composición de su Sinfonía Nº 4. En este contexto, su nombre empezaba a sonar insistentemente en los ambientes de la música culta. Estaba desarrollando una gran amistad con Brahms (que le admiraba en su faceta de director de orquesta); los famosos críticos musicales Hanslick y Richter le apoyaban (recordemos que este nefasto dueto le hizo la vida de cuadritos al humilde, pero grandísimo, Bruckner); y Nikisch, Richard Strauss y Weingartner dirigían sus obras...
En el verano de 1895, Mahler se encontraba en Steinbach am Attersee, donde fue a visitarle la violinista Natalie Bauer-Lechner. Todavía no había conocido a la que sería su gran amor, Alma Schindler. Allí, en la ya legendaria pequeña cabaña junto al lago Atter, Mahler trabajaba febrilmente todo el verano en su Sinfonía Nº 3.




Gustav Mahler hacia 1896


La génesis de la obra
Monumental tarea: la Sinfonía Nº 3 en Re menor de Gustav Mahler, es una sinfonía coral de aproximadamente una hora y media de duración. Obra de gran envergadura, la cual consta de seis movimientos, dos de los cuales requieren una contralto, y uno de ellos, además, un coro de niños y otro de mujeres. En aquél momento, esta sinfonía de Mahler era la más larga de todo el repertorio musical.
Más tarde en el tiempo, concretamente en 1927, surge la Sinfonía Nº 1 «Gótica» de Havergal Brian, que nuestro buen anfitrión Fernando G. Toledo ya tuvo hace meses el buen gusto de regalarnos aquí, arrebatándole el lugar a nuestra amada Sinfonía Nº 3 como la sinfonía más larga del repertorio, con cerca de dos horas de duración.
A principios de 1896, el boceto conceptual de la obra, ya muy avanzado en composición e instrumentación, contenía siete movimientos:

1. El verano hace su entrada
2. Lo que me contaban las flores del prado
3. Lo que me contaban los animales del bosque
4. Lo que me contó la noche (el hombre)
5. Lo que me contaron las campanas del alba (los ángeles)
6. Lo que me contó el amor
7. Lo que me contó el niño


Mahler dudaba sobre el título que podría ponerle: ¿Le Gai savoir; Sueño de una noche de verano (no según la obra de Shakespeare; Pan? Ninguno de ellos estará en el encabezamiento final con que fue editada la partitura en 1898. Y por si todo esto fuera poco Mahler escribió una extensa introducción programática, emocionada, flamígera y grandilocuente.
Esta sinfonía puede considerarse como la «Pastoral» de Mahler, y puede muy bien constituir un paso intermedio hacia en modernismo programático, cuyos polos espaciales quedaron definidos entre:

a) Lo bucólico, ejemplarizado genialmente en la Sinfonía Nº 6 de Beethoven y la Sinfonía Alpina de Strauss; y
b) La expresión mística-primitivista de la Sinfonía Fantástica de Berlioz y La consagración de la primavera de Stravinsky.


La Sinfonía Nº 3 de Mahler está dedicada a la naturaleza. Claro que la naturaleza de Mahler no era la de Beethoven, formada principalmente por sus arroyos, bosques y valles por donde paseaba a menudo, va muchos pasos más lejos, su expresión de la naturaleza es el Universo en su conjunto.



El dios Pan según Francisco de Goya, en Le sabbat des sorcières.

En las etapas finales de la composición, en su pequeña cabaña junto al lago Atter, durante el verano de1896, recibió allí mismo a Bruno Walter, y éste le comento la belleza del lugar y su paisaje, Mahler le aconsejó que no lo admirara respondiéndole: «Es inútil; lo he recogido íntegramente para meterlo en mi Tercera».
Quizá lo que mejor nos pueda hacer comprender esta grandiosa obra sean las palabras del propio compositor a propósito de la misma, y están recogidas en la carta de invitación al mismo Walter para que pasara aquellos días de verano en su compañía:

«Steinbach-am-Attersee
2 de julio de 1896
Querido amigo:
Le envío esta breve respuesta para invitarle a venir a vernos el 16, a menos que, por razones que ignoro, no haya usted hecho otros proyectos para sus vacaciones. Quizá mis hermanas le hayan dicho que no he estado ocioso; espero incluso que de aquí a algunas semanas haya terminado la Tercera Sinfonía entera. Los primeros bosquejos están ya muy desarrollados y trabajo ahora en la orquestación. No dudo que nuestros amigos los críticos, oficiales y oficiosos, sufrirán de nuevo vértigos, pero los que disfrutan con los agradables paseos que propongo, se van a divertir mucho.
La obra entera está, desde luego, teñida con mi deplorable sentido del humor y “aprovecha a menudo la ocasión para someterse a mi lamentable afición por los sonidos desagradables”.
Bastante a menudo los músicos “no se prestan la menor atención mutua, y es toda mi naturaleza morosa y brutal la que se revela en su entera desnudez”. Cualquiera sabe que no puedo pasarme sin trivialidades. Esta vez, sin embargo, se han franqueado todos los límites de lo soportable. “¡A veces se tiene la impresión de haber entrado en una tasca o en una pocilga!” ¡Venga deprisa entonces, después de haberse puesto su armadura! Si su gusto se ha refinado en Berlín, ¡prepárese para ver lo irremediablemente estropeado! Mi saludo más afectuoso para usted y para su familia, y au revoir!
Como siempre,
Gustav Mahler»


Finalmente la sinfonía quedó estructurada en dos partes y seis movimientos:

I Parte:
1. El despertar de Pan (Kraftig. Entschieden.-Con Forsa. Deciso.)

II Parte:
2. Lo que me cuentan las flores del campo (Tempo di minuetto. Sehr massig.)
3. Lo que me cuentan los animales (Comodo. Scherzando. Ohne Hast.)
4. Lo que me cuenta el hombre (Sehr langsam. Misterioso. Durchaus ppp. «O Mensch!»)
5. Lo que me cuentan los ángeles (Lustig im Tempo und Keck im Ausdruck. «Es sungen Drei Engel».)
6. Lo que me cuenta el amor (Langsam. Ruhevoll. Empfunden.)


Mahler recomienda en la interpretación de su obra que la orquesta haga una larga pausa entre la primera y la segunda parte.
Aquel inicial séptimo movimiento luego se habría de convertir en el celestial último tiempo de su Sinfonía Nº 4.

El contexto histórico
El estreno se produjo el 9 de junio de 1902, en Krefeld, ciudad del norte de Alemania, en el estado federal de Renania del Norte-Westfalia, dirigiendo el propio compositor. Bruno Walter nos comenta: «La impresión que hizo su Tercera sinfonía, en el concierto que dirigió en el Festival de Krefeld de la Allgemainer Deutcher Musikverein, en 1902, fue irresistible y por primera vez no rebatida. Le impuso definitivamente en el mundo de la música contemporánea».
En el mundo en general corrían los años de lo que se ha dado en llamar «Los imperialismos», y en Europa en particular se están afianzando «Las nacionalidades». Austria y Hungría padecen la crisis de la monarquía danubiana. Los Balcanes no terminaron de encajar sus posiciones, arrastrando sus problemas hasta nuestros días, y es que «aquellos polvos trajeron estos lodos». En horizonte podría atisbarse la Primera Guerra Mundial.
El siguiente párrafo de Hauptmann ilustra perfectamente aquella situación:

«Se contaba, seriamente, con una grandiosa catástrofe universal que tendría lugar, lo más tarde, en 1900 y que regeneraría el mundo. Como los pobres campesinos de antaño tenían esperanza en el reino milenario y en la nueva Sión, así, de manera no distinta, los círculos socialistas y los jóvenes intelectuales vecinos a sus ideas, tenían esperanza en la realidad del futuro Estado socialista, estado social e ideal. Esto que aquí tenía un nombre y allí otro, surgía en el fondo de la misma fuerza y de la misma aspiración del alma hacia la redención, la pureza y, en general, la perfección: la misma cosa era llamada por unos estado social, por otros liberal o, incluso, paraíso, reino celeste».

Richard Strauss, que ya tenía una cierta amistad con Mahler, estaba convencido de que éste era uno de aquellos jóvenes intelectuales vecino a las ideas de los círculos socialistas.
En los momentos en que la Tercera era finalizada por nuestro compositor, la última década del Siglo XIX y los albores del Siglo XX, la cultura en general, y el arte y la ciencia en particular, asistieron a profundo avance en aquella época:
Nietzsche, el filósofo de la maza, que más adelante será también protagonista de nuestra sinfonía, estaba de moda; en psicología destacaba Dilthey y en sociología, Durkheim y Max Weber; Freud estaba pergeñando sus teorías del psicoanálisis; en Alemania la política social del Estado conseguía sacar adelante las Leyes sobre la seguridad social, base de lo que actualmente ha dado en llamarse en Europa el «estado del bienestar»; Olbrich terminaba la «Casa Sezession»; Petipa brillaba con sus clásicas coreografías; Rodin presentaba Los burgueses de Calais; Tolstoi perfecciona hasta los límites su narrativa realista; Gauguin y Van Gogh comparten experiencias en pintura; Röntger descubría los rayos X; Daimler y Benz sacaban a la calle el primer automóvil; Marie Curie profundiza en el estudio de la radioactividad; Marconi inventa la telegrafía sin hilos…; y los hermanos Lumiére inventan el cinematógrafo.



Friedrich Nietzsche, según Edvard Munch

En el mundo de la música culta las técnicas tradicionales se cuestionaban, el cimiento de las construcciones musicales basadas en la tonalidad se tambaleaba, nuevos avatares (disfrazados como alumnos de los grandes maestros) empezaban a vislumbrarse, y en medio de todo, se asistía al luto más riguroso por el fallecimiento de dos de los grandes, Brahms y Bruckner, y ahora eran Debussy, Mahler y Richard Strauss quienes en aquellos momentos llevaban la batuta estética de las partituras.
Y una vez hecho el boceto del escenario sociocultural del momento sigamos adelante con nuestra sinfonía de hoy.

Noventa y nueve minutos
«Yo vi su alma desnuda, totalmente desnuda... Sentí tu sinfonía. Compartí tu ilusión por la lucha, sufrí los dolores de la desilusión, vi enfrentarse a las fuerzas del bien y del mal entre si, vi a un hombre atormentado luchando por su armonía interior... Perdóname, no puedo sentir a medias».
Arnold Schönberg a propósito de la Sinfonía Nº 3 de Gustav Mahler


El primer movimiento, El despertar de Pan (Kraftig. Entschieden.-Con Forsa. Deciso.), de más de 30 minutos de duración, nos presenta consecutivamente el despertar del semidios de los pastores y los rebaños, Pan, en la mitología griega, y la llegada del verano. Pan es el dios de la fertilidad y la sexualidad masculina desenfrenada, de las brisas del amanecer y el atardecer, formaba parte del cortejo de Dioniso, era músico y su instrumento era la siringa o flauta de pan, e infundía miedo profundo hasta llegar al «pánico».
Inmediatamente después de la llamada de las ocho trompas, Pan se despereza; viene una sonata de proporciones gigantescas, fecundación; le siguen los ruidos de la naturaleza, nueva vida gestándose y comenzando a manifestarse; hasta desembocar en una amalgama de machaconas marchas que tanto le gustaban a nuestro compositor.
Este movimiento, según la opinión de algunos analistas, trata de presentarnos las dos naturalezas del ser humano, la de la vida en la naturaleza, aspecto muy querido por los románticos, y la de la vida en la gran ciudad, sin la cual el progreso no es posible. La marcha fundamental también fue una de las fuentes más claras para el Wozzeck de Alban Berg.
Richard Strauss veía aquí los desfiles del uno de mayo de los trabajadores por el Prater de Viena, ecos de marchas marcadas (que luego retomaría en la Sinfonía Nº 6). No olvidemos que en aquella época se estaban consolidando los movimientos obreros. Claro está que estas marchas también podrían ser fiestas y procesiones rituales de campesinos que celebran, aquí y allá, en diferentes lugares del inmenso escenario, el solsticio de verano, el día más largo del año.



Sendero en cuesta entre las hierbas, de Pierre Auguste Renoir

Del segundo movimiento, Lo que me cuentan las flores del campo (Tempo di minuetto. Sehr massig.), decía el propio compositor que era «la página más despreocupada que he compuesto, despreocupada como sólo saben serlo las flores…». Un minueto alegre y saltarín, con predominio de instrumento de viento madera que apoyados en las cuerdas, fundamentalmente los violines, iluminan con sus dulces timbres el encantador paisaje bucólico que nos presenta Mahler.
La madre naturaleza nos ampara y nos alimenta, nos sura y nos mantiene vigorosos.
Y a pesar de la inclusión del minueto, el scherzo, la broma, el scherzo no se ha perdido, nuestro compositor se ha mostrado generoso y prolífico. En efecto, el tercer movimiento, Lo que me cuentan los animales (Comodo. Scherzando. Ohne Hast.), es un scherzo, una broma. Una burla macabra, pero al fin y al cabo una broma. Mahler vuelve al Wunderhorn para ahora hacer una versión instrumental, orquestal, sin voz, de un lied alemán, Ablösung im Sommer (Relevo estival). El cuco se ha caído desde el sauce verde y se ha matado, ¿quién nos anunciará ahora el tiempo que hará este verano? Que lo haga el ruiseñor, que se suba a la rama verde, y él, que siempre está alegre, nos lo cuente. Él siempre canta, siempre está feliz, aunque los otros pájaros permanezcan en silencio. El ruiseñor, que vive en nuestro bosque verde, que sustituya al cuco.
¡A rey muerto, rey puesto! ¡El muerto al hoyo y el vivo al bollo! Ironía, humor, socarronería, ternura, tristeza…, mixtura de sensaciones y sentimientos que se desarrollan en lo más profundo del bosque, saliendo de la asamblea de los pájaros, a la que asistimos de rondón.
La familia de instrumentos de viento vuelve a ser la protagonista, aunque ahora los de metal participan con más asiduidad y protagonismo, con un brillante final de la percusión. La granizada de timbres es monumental. Y apenas si pueden distinguirse las melodías de los escarceos rítmicos.
El cuarto movimiento, Lo que me cuenta el hombre (Sehr langsam. Misterioso. Durchaus ppp. «O Mensch!»), es un delicado y precioso lied para contralto con texto casado de Así habló Zaratustra de Nietzsche, Oh hombre, presta atención. ¿Qué dice la noche profunda? Poema misterioso de medianoche, onírico, de primer sueño, con ecos de epopeya y vestigios del último amor. Para encontrarlo hay que ir al final de La canción del noctámbulo, casi al final de la cuarta y última parte del Zaratustra.
Las familias instrumentales más graves y oscuras de la orquesta dialogan en la lejanía. Violonchelos y contrabajos, trompas con y sin sordina, oboe y cuerdas solistas…
La economía de medios es portentosa y el resultado fascinante, absolutamente transparente, disolviéndose en el aire como una aurora boreal, polvo de brillantes estrellas. La voz de la contralto se eleva como columna central y a su alrededor se van envolviendo, a su amparo, las melodías de los instrumentos, acoplándose a ella como enredadera de madreselva de perfumada fragancia.

«O Mensch!
O Mensch! Gib acht!
Was spricht die tiefe Mitternacht?
Ich schlief!
Aus tiefem Traum bin ich erwacht!
Die Welt ist tief!
Und tiefer als der Tag gedacht!

O Mensch! Gib acht!
Tief ist ihr Weh!
Lust tiefer noch als Herzeleid!
Weh spricht: Vergeh!
Doch alle Lust will Ewigkeit!
Will tiefe, tiefe Ewigkeit!»

[«¡Oh, Hombre!
¡Oh, Hombre! ¡Presta atención!
¿Qué dice la profunda medianoche?
¡Yo dormía!
¡De un profundo soñar me he despertado!
¡El mundo es profundo!
¡Y más profundo de lo que el día ha pensado!

¡Oh, Hombre! ¡Presta atención!
¡Profundo es su dolor!
¡El placer es más profundo aún que el sufrimiento!
El dolor dice: ¡Pasa!
Más todo placer quiere eternidad,
¡Quiere profunda, profunda eternidad!»]

Y de nuevo en el quinto movimiento, Lo que me cuentan los ángeles (Lustig im Tempo und Keck im Ausdruck. «Es sungen Drei Engel».), retornamos a la recopilación de Des Knaben Wunderhorn por Arnim y Brentano, y a la contralto se unen un coro de niños y otro de mujeres, y más concretamente al poema Armer Kinder Bettlerlied (Canto de mendicidad de los niños pobres).
Regocijo de los ángeles ante el anuncio del perdón de los pecados de San Pedro; arrepentimiento de San Pedro y absolución dada por Jesús; alabanza de las dichas celestiales y de la felicidad eterna. Y además aquí está todo el germen de su Sinfonía Nº 4. Todo aquí es alegre, ingenuo y sencillo, y volvemos a los instrumentos de viento.


«Es sungen drei Engel
(Bimm Bamm!)

Es sungen drei Engel einen süßen Gesang,
Mit Freuden es selig in dem Himmel klang
Sie jauchtzten fröhlich auch dabei,
Daß Petrus sei von Sünden frei.

Und als der Herr Jesus zu Tische saß,
Mit seinen zwölf Jüngern das Abendmahl aß,
Da sprach der Herr Jesus: “Was stehst du denn hier?
Wenn ich dich anseh', so weinest du mir.”

“Und sollt' ich nicht weinen, du gütiger Gott:
(Du sollst ja nicht weinen! Sollst ja nicht weinen!)
Ich hab' übertreten die zehn Gebot;
Ich gehe und weine ja bitterlich,
(Du sollst ja nicht weinen! Sollst ja nicht weinen!)
Ach komm und erbarme dich über mich!”

“Hast du denn übertreten die zehen Gebot,
So fall auf die Knie und bete zu Gott,
Liebe nur Gott in alle Zeit,
So wirst du erlangen die himmlische Freud!”

Die himmlische Freud' ist eine selige Stadt;
Die himmlische Freud', die kein Ende mehr hat.
Die himmlische Freude war Petro bereit't
Durch Jesum und allen zur Seligkeit».

[«Tres ángeles cantaban
(¡Bim, bam!)

Tres ángeles cantaban una dulce canción
Donde las notas alegres tocaban el cielo.
Se regocijaban cantando
Que Pedro fuera liberado de sus pecados.

Y mientras el Señor Jesús se sentaba en la mesa para tomar
La última cena con sus doce discípulos,
Dijo: "¿Qué haces tu ahí?
Cuando te miro, lloras."

"¿No hace falta, Dios de bondad?
(¡No hace falta llorar así!)
Transgredí los Diez Mandamientos.
Me voy llorando amargamente
(¡No hace falta llorar así!)
¡Ah! ¡Ten piedad de mi!"

"¿Has roto los Diez Mandamientos?
Entonces arrodíllate y reza a Dios;
Será amando al buen Dios toda tu vida
Que obtendrás la felicidad celestial."

La felicidad celestial es una ciudad bienaventurada;
La felicidad celestial no tiene fin
La felicidad celestial le será dada a Pedro
Por Jesús y a nosotros para nuestra alegría»]


Y llegamos al sexto y último movimiento, Lo que me cuenta el amor (Langsam. Ruhevoll. Empfunden.), el amplio adagio final, la música se ha hecho purísima. Se ha llegado a un estadio superior, hemos ascendido a otro plano más elevado y nos encontramos cercanos al Beethoven de la Sinfonía Nº 9 y los cuartetos de cuerda finales y al Bruckner de las últimas sinfonías.
Los violines nos suspenden en el aire, su melodía es serena y solemne, pero de forma imperceptible y continua el caudal sonoro va subiendo poco a poco hasta convertirse, con la participación de la orquesta en pleno, en un torrente de fuerza arrolladora que nos proyecta en el espacio y en el tiempo, hacia el adelante y arriba, y hacia el futuro. El éxtasis está servido.
Mahler siempre fue un consumado compositor de adagios, y aquí le colocó al final, no para cerrar la sinfonía, sino para dejarla abierta, como el universo, al infinito. Final apoteósico, que nos deja absolutamente relajados, en una proverbial calma meditativa..., trascendiendo a otro mundo.
La mandala se ha completado, pero no para cerrarse sobre sí misma, sino para llevarnos hacia arriba, para ofrecernos todo el universo, y en su infinitud regalarnos su contemplación. El círculo de la sinfonía completa ha quedado circunscrito en sus seis movimientos, pero abierto como la atalaya desde se nos permite contemplar todo lo que queda a nuestros pies.



Mahler en un viaje en barco. Fotografía tomada en 1898

Esta obra está caracterizada por la expresión larga, el virtuosismo orquestal, la portentosa claridad instrumental y el timbre lujurioso, que llegarían más tarde a caracterizar a Mahler como compositor, dejando ejemplos inmarcesibles en Das Lied von der Erde y su Sinfonía Nº 9. Sus dilatados y expansivos adagios y la maestría en las combinaciones tímbricas, el seccionamiento orquestal constante, tanto de voces como de instrumentos, están aquí ya totalmente aquilatados.
Mahler, gran conocedor del mundo de la sinfonía, con una rica experiencia ya como director de orquesta, que domina en extensión y profundidad, procede a su absoluta renovación. Haciendo suyo aquel consejo de Beethoven de «conoce las reglas para transgredirlas sólo cuando te interese», desbarata todo el plan tradicional de la sinfonía y procede a una fundición de temas y tiempos.
Mahler se nos muestra políticamente incorrecto, haciendo trizas todo lo previsible, y sin miramientos nos lanza a la cara sus verdades. Con el desparpajo que Nietzsche, el filósofo de la maza, esculpía sus obras, nuestro compositor, con una rotundidad y una seguridad insultante, nos sacude y nos conmociona.
En mi modesta opinión, esta Sinfonía Nº 3 de Mahler contiene lo mejor de la Primera y la Segunda y buena parte de la Cuarta y la Quinta, más algunos gérmenes que luego de materializarían en la Sexta.

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Para ir abriendo la boca con lo que vendrá a continuación aquí les invitamos a escuchar una reciente versión de la Sinfonía Nº 3 de Gustav Mahler que Radio France tiene alojada en su página web. Buena interpretación, que tuvo lugar el 29 de abril de 2010, en el Théâtre du CHâtelet de París, interpretada por Daniele Gatti con Christianne Stotjin (soprano), Coro de mujeres de Radio France (Robert Blank, director), Maîtrise de Radio France (Sofi Jeannin, directora) y la Orquesta Nacional de Francia.
Esta meritoria versión nos fue recomendada por nuestro buen y sabio amigo Ernesto Nosthas, quien además ha tenido la gentileza de colaborar con nosotros en la revisión de este modesto ensayo, por todo cual desde aquí queremos mandarle un muy cordial saludo y dejar constancia de que le estamos muy agradecidos por sus amables e inestimables colaboraciones. Escuchar haciendo clic aquí.


Parte 1 | Parte 2 | Parte 3

4 comentarios:

Agrippina 1 de octubre de 2010, 7:17  

Muchísimas gracias, Fernando, es una oportunidad maravillosa para profundizar la escucha de Mahler.¡Excelente!

Fernando G. Toledo 1 de octubre de 2010, 8:37  

En unas horas estará listo el enlace para la versión de Gatti.

F. de León 3 de octubre de 2010, 10:46  

Gato, enhorabuena, por el magnífico artículo, espero con ansiedad la 2ª y 3ª parte. Yo, siempre lo he comentado, de Mahler prefería, con diferencia, sobre las demás la 1ª y la 2ª sinfonías. Pero una escucha en la radio y en un momento muy especial, convirtió la 3ª en mi favorita, sobre todo esos dos últimos movimientos, celestiales, hechos de "música purísima". Gracias, Gato, por el fantástico fresco que has pintado sobre esta inigualable obra. Y extender el agradecimiento a mis amigos Ernesto, porque seguro su ayuda es de valor apreciable, y a Fernando por la estupenda presentación.
Saludos.
Fernando.

Anónimo 20 de enero de 2011, 19:04  

Comienzo a conocer a Mahler y estoy encantado por acercarme a su música conociendo lo que implican las piezas. Poder leer detalles y el contexto en que se genera cada obra, da una entusiasta perspectiva a los oyentes. Gracias por compartir el material.

Saludos!

Mozart: Sinfonía Nº 25 - I Mov. - Böhm

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