Piazzolla - Libertango - Piazzolla

>> domingo, 9 de mayo de 2010


Piazzolla electrónico


Fuera de mi gusto por la música orquestal y de cámara de tinte «clásico», en el terreno puramente «piazzolliano» no me decanto ni por su etapa sonora de formación puramente tanguera, ni por sus conjuntos camerísticos ni por sus incursiones sinfónicas: prefiero la llamada «etapa electrónica».
Cuando Astor Piazzolla era ya un revolucionario en el terreno del tango, a tal punto de que sus composiciones navegaban en mares inciertos con aguas del 2x4, el jazz y la música clásica, el maestro argentino se entregó a componer para una formación sumamente moderna: corrían los años ’70 cuando fundó el Conjunto Electrónico, un octeto con una base de músicos argentinos completado por otros italianos. La formación incluía, además del bandoneón de Astor, piano, órgano, guitarra eléctrica, bajo eléctrico, batería, sintetizador y violín (o en algunos casos, flauta traversa o saxo).
El antecedente más claro era el Quinteto Nuevo Tango, del propio Piazzolla, que había grabado un disco de título elocuente: Tango contemporáneo. En esta faceta, apenas inciado el año 1970, Piazzolla daba muestras de lo que quería hacer con un disco como Pulsación. La cristalización más paradigmática, sin embargo, de esta vertiente la conseguiría cuatro años después con Libertango, un disco impecable desde la primera a la última pista, en el que, de paso, Astor afirmaba su concepto de fusión en el tango con la fusión de palabras con la desinencia «tango» en todos los títulos. Junto a la pieza que da nombre al disco (y es una de las más célebres de su repertorio, al punto que ha recibido hasta una reversión pop, con letra y todo, a cargo de Grace Jones), aparecen Meditango, Violentango o Amelitango (en referencia a su esposa, la cantante Amelita Baltar, de quien se separaría ese año). La única excepción de la placa era una nueva exploración de su infinitamente redefinida pieza Adiós Nonino, otra de las más populares del repertorio piazzoliano.
Libertango representa no sólo una muestra contundente del arte creativo de Piazzolla y su capacidad para los ritmos, los matices sonoros y, por si hiciera falta, su virtuosismo en el bandoneón, sino también el disco que hizo de Astor una figura que excede cualquier rótulo y que siempre suena en tiempo presente.



3 comentarios:

Fernando G. Toledo 11 de mayo de 2010, 10:25  

Los vínculos, a partir de ahora y en la mayoría de las publicaciones, estarán en la foto de portada de los discos.

Elgatosierra 12 de mayo de 2010, 7:41  

Piazzolla me puede, siempre me ha podido. Para mí es uno de los seis grandes del tango, y eso tiene connotaciones especiales.
Una vez escuche a un tanguero aquello de "D'Arienzo para bailar y Piazzolla para escuchar".
Y digo yo, Piazzolla y D'Arienzo, como todos los grandes, para bailar y para escuchar.
Lo siento, ya lo he dicho, Piazzolla me puede.
Fernando, muchas gracias por el regalazo.
Salud, paz, sonrisas y cordiales saludos.
Elgatosierra

Fernando G. Toledo 12 de mayo de 2010, 11:49  

Muchas gracias, Gato, pero no te cansés con este disco, que se viene más Piazzolla todavía...

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