Mahler: discografía esencial. Sinfonía Nº 6 (4/4)

>> lunes, 14 de marzo de 2011


Esta última parte del recorrido por la discografía destacada de la Sinfonía Nº 6, de Gustav Mahler, nos permitirá descubrir algunas de las mejores lecturas recientes de esta obra. Y, curiosamente, ver que entre ellas no sólo aparecen directores «jóvenes», sino por ejemplo uno de los veteranos mahlerianos más destacados del siglo XX: Bernard Haitink.


T. Sanderling, en disputa con los mejores
Este recorrido da cuenta de que, en el año 1995, la discografía mahleriana contaba ya con grandes interpretaciones de casi todas las sinfonías en general y de la Sexta en particular. Así que no dejó de ser una grata sorpresa encontrarse ese año con la grabación de lo que iba a ser un ciclo completo pero quedó en este disco excepcional: la versión de la Sinfonía Nº 6 a manos de Thomas Sanderling y la St. Petersburg Philharmonic Orchestra. Era, nada menos, que una obra de Mahler firmada por el hijo de Kurt Sanderling, quien legó excepcionales versiones de las obras finales de este compositor, y tocada por una de sus históricas orquestas. Sanderling (hijo) no decepcionó, al contrario: dejó para el sello Real Sound una magnífica versión de la Sexta en la que la célebre potencia y claridad de las orquestas rusas encastra de manera estupenda con una lectura de 80 minutos de una versión que toma lo mejor de las anteriores y suena, a la vez, novedosa. Cada movimiento parece canónico en la lectura de Thomas Sanderling, al punto que su versión (en la veta clásica, con la reexposición en el primer movimiento, orden Scherzo/Andante y dos martillazos en el Finale) entra en disputa con las mejores.


Inciso II: Mahleriano viejo, mahleriano nuevo
Ahora hay que hacer una brevísima mención a dos versiones para tener en cuenta de esta obra: y es que para la Sexta otros dos directores han puesto en las bateas grandes versiones. Se trata de Claudio Abbado (un mahleriano de toda la vida), quien poco después de dejar su titularidad al frente de la Berliner Philharmoniker firmó con ésta, en 2004, un registro notable de la Sexta para poco después hacer lo propio, para DVD y con la Orquesta del Festival de Lucerna: en ambas, lo que queda como saldo es que el italiano siente la obra en lo más profundo y sin embargo ello no lo lleva a darse libertades excesivas, sino a lo sumo a saborearla a pleno con su dotada batuta. No por nada cuenta con cinco registros oficiales de esta partitura.
La otra mención la merece Christoph Eschenbach, también virtuoso pianista, quien demuestra su sintonía con Mahler (un autor al que considera un sinfonista de mayor envergadura que Beethoven) con una versión de 2005 al frente de la Philadelphia Orchestra, de gran altura y con un Scherzo antológico.


La lectura «psicológica» de Haitink
Y si parecía todo dicho en este recorrido por lo más granado de la Sexta en términos discográficos, la última palabra no podía menos que venir de un director que ha hecho de Mahler a su compositor más frecuentado: Bernard Haitink. Ya el holandés había grabado la Sexta con la Concertgebouw de Amsterdam (en dos ocasiones), con la Berliner Philharmoniker (también en dos ocasiones, una de ellas en vivo) y, con menor fortuna, con la Ochestre National de France. Pero como parte de su celebrado paso por la Chicago Symphony Orchestra dejó en 2007 una lectura de la Sexta sencillamente deslumbrante, que ha llegado a ser caratulada de «psicológica», por la manera en que el maestro holandés explora los recovecos sonoros de la partitura extrayendo de ésta las resonancias más profundas y evocadoras. Ello lo consigue subrayando los pasajes graves, ralentizando algunos tempi con respecto a sus otras versiones y tomando ese verdadero arsenal musical que es la orquesta estadounidense para la que es acaso, en este director por lo general «objetivo», una Sexta absolutamente personal, casi íntima.

La riqueza de una partitura
El recorrido ha sido largo y fructífero: como toda obra maestra, la Sinfonía Nº 6 de Mahler permite que cada recreador (el director, en este caso) extraiga de ella nuevos frutos. A pesar de lo ancho que se nos ha hecho este paisaje discográfico, nos quedan versiones por mencionar por razones diversas (entre ellas, las de Karajan, Inbal-Fráncfort, Boulez-Viena, Chailly, Sinopoli, Fischer, Herbig, Gergiev o Zander). Sin embargo, el mero hecho de conocer tantas versiones y tener, en definitiva, alguna de la altura de la que firmó Farberman ha hecho que este viaje trágico y misterioso valga la pena.


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5 comentarios:

Satyaprakash Shankar 15 de marzo de 2011, 6:17  

the Abbado release is damaged, and without recovery record...

Anónimo 15 de marzo de 2011, 23:58  

Este blog es simplemente extraordinario.

Fernando G. Toledo 18 de marzo de 2011, 19:06  

Satya: It's all fixed.

Socavón: muchas gracias por tus efusivas palabras.

Juan 28 de julio de 2020, 10:04  

Hola Fernando
estoy escuchando el cuarto movimiento de la sexta por Farberman: Genial!
A pesar de que el director rescata la mayor lentitud en las interpretaciones aqui pone acertadamente la velocidad donde hay que hacerlo (a mi criterio) y entonces no se "arrastra" la música como si sucede en algunos momentos del finale de Bernstein/DGG.

Fernando G. Toledo 4 de julio de 2021, 18:15  

Excelente manera de decirlo, Juan. Si bien la versión de Bernstein es soberbia y el sonido es mucho mejor que el de la grabación de Farberman, ese detalle que marcas es una de las ventajas de la de HF sobre la de LB.
Saludos.

Mozart: Sinfonía Nº 25 - I Mov. - Böhm

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