Wagner - Festival de Bayreuth (5/6) - Tannhäuser y el concurso de canto de Wartburg
>> sábado, 28 de julio de 2012
Tannhäuser, en una ilustración del Códex Manesse (c. 1303-1340). |
Si a estas alturas
el lector ha llegado a la conclusión que las tramas en la obra wagneriana,
contadas así en modo ultra resumido, son más propias de un vodevil que de
serios argumentos para «festivales escénicos», con Tannhäuser no tendrá más
remedio que claudicar y dejarse llevar por la fantasía del iluminado músico
alemán. De nuevo Wagner plantea, aquí de la forma más explícita, la
confrontación entre dos niveles de
moral, el «amor carnal» (la sensualidad y el erotismo) y el «espiritual» (solidez moral y
religiosa), situando esta confrontación en el personaje principal, el minnesinger Heinrich Tannhäuser, el cual ha de resolver el
dilema que se le plantea: si permanecer en uno u otro mundo. La wagneriana solución, cómo no, está en la
muerte, solucionadora infalible de conflictos y redentora de penas. En el más
allá todo es posible.
En esta obra (estrenada Dresde, Hofoper, el 18/10/1845) no hay
flechazo a primera vista, los enamorados ya se conocían anteriormente, pero el
díscolo Tannhäuser aparece, ya desde que se levanta el telón, instalado en el
monte de Venus (Venusberg) gozando de los favores de la diosa, rodeado de todo
tipo de criaturas despertadoras de instintos sensoriales. Pero la felicidad del vate no es completa,
y ante la insistencia de Venus él replica que echa de menos el amor espiritual. Para purgar su pecado decide partir como
peregrino a Roma.
Antes de comenzar
su peregrinación es convencido por el Langrave de Turingia de que debe
presentarse al gran concurso de cantores a celebrar en Wartburg,
el magnífico castillo célebre por sus justas poéticas. Allí encontramos a la
casta Elisabeth, admirando el majestuoso salón de justas y ansiando la vuelta
del caballero Tannhäuser.
Gré Brouwenstijn, Elizabeth, “Dich teure Halle”
Comienza el torneo y se arma la de siempre. El landgrave promete la
mano de su sobrina Elisabeth para el vencedor, cosa que ella acepta, con la
seguridad de que Tannhäuser va a vencer el concurso de canto. Pero la cosa se
pone apretada para nuestro héroe, ya que
uno tras otro los cantantes van superándose mientras cantan al amor místico y
virtuoso. En un intento desesperado, Tannhäuser entona una alabanza al amor
carnal y subraya que ha estado en el monte de Venus, algo inadmisible para el recto
pensamiento de los trovadores. Así que estos se enfrentan al protagonista con la
intención de matarlo. La rápida intervención de Elizabeth impide que lo hagan.
Ella confía en que Tannhäuser pueda solicitar el perdón del Papa y volver al
camino correcto. Tannhäuser parte de peregrinación.
Elisabeth, como
todos los días, está en la encrucijada del camino, rezando a la Virgen y esperando la vuelta de los peregrinos de
Roma. Wolfram, amigo de Tannhäuser y enamorado en secreto de Elisabeth, la
contempla apenado. Se acerca un grupo de peregrinos cantando, pero
entre ellos no está él. Elisabeth se retira una noche más, transida de dolor.
Wolfram pide a la estrella
vespertina que se apiade de ella. Un
desconocido Tannhäuser se le acerca y Wolfram le pregunta si ha conseguido el
perdón. El peregrino le dice que no, que el Papa no se lo ha concedido porque
el bien no puede florecer en él, de la misma forma que no pueden crecer flores
en el báculo que porta.
Hans Beirer, Tannhäuser, y Gré Brouwenstijn, Elisabeth; O Fürstin
Los
que nos siguen asiduamente ya la conocen, pues formaba parte del glorioso Anillo dirigido por Knapperstbusch en Bayreuth en 1956 que
ofrecimos aquí en el 2010, formando parte del elenco de El oro del Rín como Freia, de La valquiria
como Sieglinde, y de El ocaso de los dioses como Gutrune.
René Kollo. |
Inicialmente
interesado en dirección musical, fue la profesora Elsa Varena quien reparó en
sus dotes vocales. Primero se encaminó por la canción popular, de jazz y luego
la lírica, debutando en Braunschweig en 1965. En 1967 comenzó su carrera en la
Deutsche Oper am Rhein en Düsseldorf. Posteriormente cantó en Munich, Frankfurt,
Milan, Lisboa y Nueva York.
Su
consagración llegó en el Festival de Bayreuth en 1969 como Timonel en El holandés errante, cantando el papel
de Erik en la misma ópera al año siguiente, Lohengrin en 1971, Walter en
1973, Parsifal en 1975, Sigfrido en 1976, y Tristán y Tannhäuser en
1981.
Se
retiró de la escena en el 2000 dedicándose a la dirección escénica. Anteriormente
fue director del teatro berlinés de operetas Metropol.
Rene Kollo, Tannhäuser; Dir
töne Lob! Die Wunder sei'n
De
su extensa discografía de Wagner son muy recordadas sus grabaciones de El holandés errante, Los maestros cantores de Núrenberg, Parsifal y Tannhäuser con Solti, Lohengrin
y Los maestros cantores de Núremberg
con Karajan, Rienzi y El anillo del nibelungo con Sawallisch, Rienzi con Hollreiser, Tristán e Isolda con Kleiber y con
Barenboim, y Tannhäuser con Mehta.
Por radio
Hoy sábado, 28 de julio de 2012, Radio Clásica de Radio Nacional de España, va a
tener el buen gusto de ofrecernos la retransmisión en directo desde el Teatro
del Festival de Bayreuth, a partir de las 15: 57 de Madrid (14:57 GMT) Tannhäuser.
Nuestra ofrenda wagneriana de
hoy
Solti
escogió para su versión la partitura de 1861, es decir la versión de Paris, y
la sirvió con un espectacular sonido y un gran sentido teatral, contando con:
el Tannhäuser fresco, intenso, poético y de una gran profundidad dramática de
Kollo, posiblemente el mejor heldertenor del momento; la Venus completa y
seductora de Ludwig; la Elisabeth discreta y excelentemente cantada de
Dernesh; el lírico Wolfram de Braun; el fantástico Hermann de Sotin, al
comienzo de su carrera; haciendo los papeles secundarios los magníficos Bailey,
Eguiluz, Hollweg y Jungworth; los encantadores Niños Cantores de Viena; un
maravilloso coro de la Ópera Estatal de Viena; y una deslumbrante Orquesta
Filarmónica de Viena. Para la mayoría de los especialistas el mejor Tannhäuser
de la época media de la fonografía.
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