Mahler: discografía esencial. Sinfonía Nº 7 (2/3)

>> martes, 5 de abril de 2011


Como ya ha sido señalado, la Séptima sinfonía es la obra de Gustav Mahler que ha llevado más tiempo en lograr aceptación en el terreno de las interpretaciones y grabaciones. A pesar de la importante labor del maestro Hermann Scherchen en su difusión hasta llegar a alcanzar el ideal interpretativo, la Séptima sólo empezó a ganar su merecido espacio a final de la década de los ’60, cuando comenzó a ser llevada de Europa al otro lado del Atlántico, es decir a Norteamérica, y se la empezó a demandar por parte de las casas disqueras comerciales como tesoro insospechado.

El año 1965 fue especial para esta obra, pues ocurrieron dos eventos importantes: Hermann Scherchen hizo su famosa grabación canadiense con la Sinfónica de Toronto, de un concierto en vivo fechado el 22-04-1965, y aunque revela el mismo e inconfundible magistral estilo del maestro alemán, refleja por otro lado a una orquesta que no logra ponerse a la par de sus homólogos vieneses en la grabación de 1953, presentada en esta serie como referencia.
Aún con todo, esta grabación canadiense (Music & Arts) es motivo de culto entre muchos mahleritas.
Por otro lado, a finales de ese año se produjo la importante grabación comercial de Leonard Bernstein para CBS (ahora Sony) con la Filarmónica de New York.
La grabación de Bernstein fue la segunda grabación de estudio realizada de la Séptima, sólo precedida por la legendaria grabación de Scherchen en Viena para Westminster. En ella el joven Lenny se pone en las antípodas del alemán, al ofrecer una lectura más intervencionista, audaz y si se quiere imaginativa, dando una sensación de frescura y de ánimo más relajado que en la «negra» contraparte schercheniana. Bernstein demuestra gran cuidado en los detalles y en el colorido, sin olvidar las grandes y variadas atmósferas que demanda la partitura y despliega una lectura apasionada, impetuosa e hiperromántica. La Orquesta Filarmónica de New York, para entonces bajo el reinado de Lenny, toca más con arte que con simple virtuosismo y el resultado es una de las más grandes grabaciones aún existentes de la Séptima.
Pasarían 20 años (1985), hasta que de nuevo Leonard Bernstein volviera a grabar la misma obra con la misma orquesta, ahora como director invitado, y además para otra casa disquera, la DG. Esta grabación, en excelente sonido digital, muestra grandes diferencias con respecto a la primera: en primer lugar lo obvio, el sonido formidablemente capturado e infinitamente superior a su antecesora. Luego la longitud en tiempo de la nueva versión: la nueva versión digital es considerablemente más extensa, y mientras su primer registro en CBS ocupa un solo CD, el nuevo se tiene que acomodar en dos. Finalmente, en cuanto al estilo, Bernstein se muestra ahora en la plenitud de su madurez, decantándose por una lectura más reposada, expansiva, más majestuosa, refinada, intelectual, que si no menos impetuosa al menos es menos abrupta. A diferencia de lo que señalan algunos expertos, quien escribe encuentra a su versión digital como un indudable paso adelante, y por lo tanto preferible a su versión de 1965. La ejecución de la Filarmónica de New York en esta oportunidad es simplemente celestial.
La década de los ’70 fue por consiguiente menos tímida en cuanto a nuevas grabaciones de la Séptima, y en estos años ya la misma era pieza regular en conciertos de las grandes orquestas del mundo. Grabación notable de estos años es la de Rafael Kubelik, con su orquesta de la Radio de Baviera (SOBR), quien la grabó para el sello Audite de un fulgurante concierto en vivo que data del 5 de febrero de 1976. Kubelik sabiamente concilia lo mejor de los enfoques de Scherchen y de Bernstein y también deja una versión modélica. Es digna de mención para esta década otra grabación de un concierto en vivo del año 1979, donde el director ruso Kirill Kondrashin registró una lectura inolvidable de la Séptima con la Orquesta del Concertgebouw de Amsterdam y que desde su salida en CD es un disco muy codiciado por coleccionistas.

La década del boom

Los ’80 marcaron ya definitivamente el boom en nuevas grabaciones de la Séptima, y para entonces ya todo director de verdadera estampa mahleriana se procuró su propia grabación oficial. Uno de los más altos pináculos de toda la discografía de la Séptima lo constituye una grabación que marca un antes y un después en la historia interpretativa de esta obra: se trata de un registro, nuevamente tomado de un concierto en vivo, fechado el 29-08-1980 y en el cual al director alemán Klaus Tennstedt le correspondió dirigir la Orquesta Filarmónica de Londres, en su época de titularidad. La grabación ha sido reeditada en CD por el sello BBC Legends.
Tennstedt marca mundos aparte de las grabaciones anteriores, dejando una de las lecturas más expansivas de cuantas se conocen (sólo superada por la perversamente elefantina grabación de Klemperer), y en la cual el director, aun con esos tempi tan arriesgados, se permite volcar toda la partitura mahleriana hacia los límites de su expresión, en una lectura absolutamente enrumbada hacia el siglo XX, pero que en ningún momento llega a caer en los marcados, oscuros y autoflagelantes acentos scherchenianos, pintándonos una escena musical en la que aún dentro de una visión modernista y resaltadora de conflictos existe una perspectiva esperanzadora. Tennstedt y sus músicos despliegan una ejecución inolvidable, apasionada pero nunca amanerada, intelectual, sin fisuras ni porosidades, y en donde llevan el rango expresivo a límites inimaginables. Es una grabación especialísima y probablemente mi segunda alternativa después de Scherchen.

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1 comentarios:

Fernando G. Toledo 9 de abril de 2011, 17:35  

Como Carlos ha tenido algunos inconvenientes para llegar a tiempo con la tercera parte de esta entrega, proponemos hacer más corta la entrega con la inclusión en este artículo de la versión de la Séptima por Kondrashin y la KCO.

Mozart: Sinfonía Nº 25 - I Mov. - Böhm

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