Beethoven - Missa solemnis - Herreweghe

>> sábado, 26 de marzo de 2011



La Missa solemnis, el «trabajo más logrado» de Ludwig van Beethoven (en sus propias palabras), es una de las más hermosas partituras escritas por el genio de Bonn. Él, el compositor a quien se endilgaba la incapacidad para componer con maestría para las voces y que venía de demostrar lo contrario con la más grande composición sinfónica de todos los tiempos, su Novena sinfonía, iba a insistir con esta veta a través de esta obra. Una obra religiosa escrita un hombre que no lo era tanto, pero cuyo poder excede largamente la cuestión ritual para convertirse en una lección musical y un prodigio de arquitectura sonora.
Para su escucha, hemos elegido una versión «historicista» (con réplicas de instrumentos de época) de un especialista en el tema, el director Philipe Herreweghe, junto al la Orchestre des Champs-Élysées. Los solistas son Rosa Mannion (soprano), Birgit Remmert (contralto), James Taylor (homónimo del rockero, pero en este caso se trata del tenor lírico) y Cornelius Hauptmann (bajo). Canta el Chœurs de la Chapelle Royale et du Collegium Vocale.
Y elegimos acompañar esta música con un texto del poeta argentino Alejandro Bekes, dedicado a nuestro músico y titulado, solamente, con su hermoso apellido.


Beethoven



por Alejandro Bekes

Niñez del mundo. Un canto inconsolable
lejos de la ardua luz de la palabra
susurraba en secreto el indecible,
el religioso nombre de las cosas
sin nombre. Como el canto de la lluvia
o el agua de la acequia deslizándose
sierra abajo entre higueras y sonrojos,
como el oscuro origen del amor
o las ramas que mueve el viento viejo
bajo la luna clara, sigilosa
la música soñaba el hondo tiempo
de donde todo nace. Aquel silencio
que sobreviene entre sus notas, siempre
grávido de sentido, meditando
entre compases, sabe de qué noche
nació lo que se ha escrito por mi mano.

Hace siglos yo oí cómo su música
se derramaba sobre el sordo mundo,
donde el alma se oculta de los hombres
y la amada inmortal abre los ojos.
Sobre la bóveda estrellada
ha de haber un Padre amoroso.
Pues todos son llamados a la fiesta:
nadie excluido queda, libre o trágico,
haya amado la luz o el mar sin bordes.
El laurel de cantar a la alegría
sólo fue concedido a un desdichado.

4 comentarios:

Enrique Arias Valencia 26 de marzo de 2011, 6:28  

Alejandro Bekes me ha parecido una luz extraordinaria. De él, un poema imprescindible, cuya referencia ha quedado en letras de oro en el Senado de mi alma.

moderrunner 29 de marzo de 2011, 3:47  

Soy verdaderamente devota de "Beeto"

Gracias

Anónimo 30 de marzo de 2011, 13:10  

...pero la version es infumable

Manolo 31 de marzo de 2011, 22:39  

Pues la fumé y me supo a gloria, sabemos que hay gustos para todo. Ah, y que conste que no soy de los que comulgan con ruedas de molino ni con nada.

Mozart: Sinfonía Nº 25 - I Mov. - Böhm

  © Blogger templates Sunset by Ourblogtemplates.com 2008

Back to TOP