Tchaikovsky - Sinfonía Nº 5 - Celibidache (MP)

>> martes, 17 de agosto de 2010


>>MARTÍN ZUBIRÍA

Tchaikovski
(1840-1893) se acercaba a los 50 años cuando compuso su Quinta Sinfonía, durante la primavera y el verano de 1888. Y si poco después del estreno, a fines de ese mismo año en San Petersburgo y en Praga, bajo la batuta del propio compositor, él se sintió profundamente insatisfecho con su obra, al compararla con la Cuarta, escrita 10 años antes, lo cierto es que el mayor talento de Tchaikovski era su don para la melodía y que ese talento en ninguna otra obra resulta tan evidente como en la Quinta. En ella el principio cíclico observado en la Cuarta Sinfonía se generaliza: un mismo tema, el del Destino, se presenta bajo diversos aspectos en los cuatro movimientos.
La sinfonía se abre precisamente con ese tema. Primero se lo oye en dos clarinetes bajos y en el registro grave de la cuerda. Se amplía hasta llegar a un estallido de fanfarrias de metal. La sección principal del primer movimiento es más meditativa que lírica y más triunfante que íntima, pero ya en el Segundo, «Andante cantabile con alcuna licenza» nos encontramos con tres grandes melodías románticas. La primera, noble y patética, se oye al comienzo en el corno, un instrumento que se destaca a lo largo de todo el movimiento. Antes de que transcurra mucho tiempo se hace oír el oboe con una segunda melodía de igual belleza. La tercera está a cargo de las cuerdas que la cantan con verdadera pasión.
Las cuidadosas indicaciones relativas al tempo, al carácter, al fraseo, escritas por el compositor a lo largo de la partitura para señalar el modo exacto de interpretar esos temas en cada una de sus apariciones sucesivas –dolce molto espressivo, sostenuto, con noblezza, con desiderio, cantabile, con anima, con desiderio e passione, con tutta forza, dolcissimo– revelan a las claras que los consideraba hondamente expresivos.
El tercer movimiento, un vals elegante y sin prisas, que recuerda la música para ballet escrita por Tchaikovski, lleva el lirismo del movimiento anterior hacia un ámbito diferente; la sección media descansa sobre un tema contrastante y vivaz. El motivo del Destino reaparece justo antes del final, sin ningún brillo, en los clarinetes bajos y fagotes, pero igualmente impresionante dentro de su contenida tristeza.
En el último movimiento ese motivo ya no está simplemente citado, sino que impregna la música. La introducción lenta se basa en él y luego reaparece continuamente. Cuando se lo oye en la exposición (y nuevamente en la recapitulación) no interrumpe los temas principales sino que, por el contrario, los complementa. Después de un dramático final falso, la coda «maestosa» concluye el movimiento de manera triunfal con el motivo del Destino en modo mayor.
Si el final peca de una cierta desproporción de forma, que el propio Tchaikovski reconocía, también es notable por la riqueza de invención y por la intensidad expresiva.

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Para escuchar esta de por sí muy difundida Sinfonía Nº 5, proponemos una versión muy particular. El legendario Sergiu Celibidache, en una hondísima lectura de esta obra de Tchaikovsky junto a la Münchner Philharmoniker, en vivo, en la etapa final de la vida del conductor.

1 comentarios:

Eugenio Murcia 9 de julio de 2011, 18:51  

No entiendo porque no se indica que el cd está en cue, yo sólo manejo el mp3. El blog es excelente por la calidad de los textos, pero hace tiempo que no puedo descargar nada de él. Bueno, si lo descargo, pero luego no puedo oirlo.

Mozart: Sinfonía Nº 25 - I Mov. - Böhm

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